Miércoles, 28 de mayo de 2008 | Hoy
MUSICA › STEVE SWALLOW
Por Diego Fischerman
Steve Swallow es un bajista. Y eso en el jazz ya es una definición de una especie única. Es decir: Swallow no toca el contrabajo. Lo tocaba y con él realizó, en 1961, grabaciones extraordinarias junto al pianista Paul Bley y el recientemente fallecido Jimmy Giuffre, uno de los grandes creadores del género. Pero, después, descubrió el bajo eléctrico, un instrumento que, en general, sus colegas subestiman. Salvo, claro está, cuando lo toca él. “Creo que no fue una elección. O, por lo menos, no la hice yo. El bajo se presentó y desde ese momento forma parte de mi vida”, dice. “Me gusta esa posibilidad del sonido ‘esquelético’, donde no hay casi duración. Eso obliga a cantar mucho más.” En efecto, pocos adivinarían en el bajo eléctrico esa característica lírica que, sin embargo, es característica de Swallow. “El bajo –explica– es el instrumento que puede cantar mi propia canción.” Y la frase que, quizá, mejor hable de su música la dice sin énfasis, con el mismo tono pausado y tímido que utiliza siempre: “busco la nota perfecta”.
En pareja con Carla Bley, con quien vive en el campo, en Woodstock, grabó junto a ella varios notables discos en dúo. Fue parte, también, del exquisito cuarteto de Gary Burton en la década de 1970 y dedicó un disco tan bello como enigmático, Home, a variaciones musicales alrededor de poemas de Robert Creeley. Y también, créase o no, grabó tangos. En el disco Yo, de Silvana De Luigi, una destacada cantante argentina radicada en París, Swallow no sólo toca sino que es responsable de varios de los arreglos. “Fue una experiencia increíble”, relata. “A Silvana no la conocía, pero el que me había hablado de ella y me había llamado para pedirme que participara de la grabación era Kip Hanrahan y a él le tengo una confianza ciega (Hanrahan fue el productor, entre otras cosas, de las últimas grabaciones realizadas por Piazzolla con el quinteto). Nos juntamos en el estudio, sin una idea de qué es lo que íbamos a hacer, y el resultado fue totalmente mágico. Al poco tiempo estaba viajando en avión y me preguntaba si había estado realmente allí, haciendo ese disco de tango, o había sido un sueño.”
Para Swallow, “componer es muy importante; no puedo imaginar mi carrera de intérprete sin componer. Y, probablemente, tampoco puedo verme como autor si no me pienso como bajista. Digamos que soy mejor compositor porque tengo más experiencia como intérprete. En realidad, todos mis músicos de jazz favoritos son también compositores. Para mí, la composición es el lugar desde el que quiero aprender y descubrir acerca de la música”. Compañero de Scofield desde sus comienzos, opina que “la gran diferencia entre tocar ahora y hace treinta años es su manera de escribir. Ahora tiene una dirección mucho más clara. Por un lado, su música se ha hecho más compleja en lo armónico, pero, por otro, todo se ha simplificado, se ha hecho más fluido, más natural. Pero, en realidad, desde la época en que lo conocí en Berklee nada cambió. Siempre tuvimos un vocabulario en común. No había que pensar para tocar juntos. Cuando estoy con él, sólo cierro los ojos y muevo los dedos”.
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