Lunes, 16 de junio de 2008 | Hoy
LITERATURA
¿Cuánto dura el presente?, quiso saber al rato, mientras aguardaba el ascensor que, según él, había dejado en su piso probablemente requerido por alguien desde algún otro. Este pensamiento puede parecer obvio, pero sin embargo es idéntico al que tuvo Barroso cuando al dejar su casa vio que el ascensor ya no estaba ahí. “¿Cuánto dura el presente?”, continuó interrogándose, ya una vez adentro, mientras descendía: cada una de las puertas idéntica a la anterior, ofreciendo el mismo rectángulo de luz a medida que bajaba, cada determinados metros y segundos. “¿Y si la repetición fuera la medida del presente?”, murmuró en voz alta al salir, frente a un vecino que esperaba. En la calle había luz, era aún de día, y por la avenida corría un aire cálido, acaso presagio de tormenta, aunque no sofocante. Sin darse cuenta, Barroso reprodujo en la vereda el gesto que el día anterior había observado en Benavente: miró de manera alternada dos veces a la derecha y dos veces a la izquierda, como si vacilara sobre el rumbo a tomar.
* Fragmento de El aire (Alfaguara).
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