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Domingo, 20 de julio de 2008

Las caras de lo interactivo

Adelantado a su tiempo, Borges sugirió el relato de múltiples caminos en “El jardín de los senderos que se bifurcan”. Luego, en la década del sesenta, Raymond Queneau y François Le Lionnais empezaron a juntarse con literatos y matemáticos –casi todos franceses– en el afán de dar cuerpo a Oulipo (apócope de “Ouvroir de littérature potentielle”, algo así como “Taller de literatura potencial”). Nadie sabía cabalmente dónde iban a conducir las criaturas textuales que habían parido, y sin embargo una pista pareció llegar en 1963, cuando Julio Cortázar publicó Rayuela.

Junto a la emergencia de los juegos de rol, la lectura de Rayuela habría inspirado al neoyorquino Edward Packard para crear la serie “Elige tu propia aventura”. La colección permanece en la memoria de los que rondan los treinta con el sabor de una golosina de la infancia. Retrospectivamente, tal vez se le pueda criticar su homogeneidad moral, sexual, racial y de clase. Nada de eso disminuye la maravilla de comprobar que Ovni 54-40, del propio Packard, mostraba en una de sus páginas un paraíso al que no se podía acceder siguiendo las reglas, sino solamente “haciendo trampa”. Por recuerdos como ése se entiende que una mezcla de nostalgia y marketing estén trayendo de vuelta el aroma de aquellas peripecias.

La editorial norteamericana Wizard Books relanzó títulos pioneros, y reapropiaciones osadas están haciendo el intento de actualizar el registro en función de las experiencias por las que pasaron aquellos inocentes clientes infantiles, hoy pelados y depresivos. Dentro de esa corriente, You are a Miserable excuse for a Hero, de Bob Powers, se presenta con el slogan “Tus elecciones, tu historia. Más de treinta maneras distintas de arruinarlo todo”. Hojeándola se pueden encontrar encrucijadas del tipo “si querés tener sexo con tu ex, andá a la página 183”. No sería de extrañarse que, en un giro político de este afán realista, el mercado local empezara a mostrar títulos como “¡Cuidado! Eres el vicepresidente” o “Misterio en el Tren Bala”. ¿Incluirán algún final medianamente feliz?

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