Jue 24.11.2005
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CINE › POTTER SEGUN MIKE NEWELL

Los brujos también tienen hormonas

› Por Horacio Bernades

Debieron pasar tres entregas para que la saga de Harry Po-tter, iniciada en cine cuatro años atrás, creciera hasta algo más que la mera transcripción o ilustración del original literario. Después de las dos primeras –a cargo de ese militante de la impersonalidad que es Chris Columbus–, llegó el mexicano Alfonso Cuarón y bordó la que es hasta ahora la única Harry Potter cinematográfica con nervio y espíritu propio, El prisionero de Azkaban, llena de subtramas excitantes y personajes con densidad y volumen. Eso fue el año pasado, y da toda la impresión de que se trató de una excepción. 2005 es el año de Harry Potter y el cáliz de fuego, que no por batir records en boleterías deja de dar signos de desgaste, verificables tanto en el modo descuidado con que se delinean trama y personajes, como en el visible recurso a la derivación y el autoplagio.
Dos son los rasgos distintivos de esta cuarta entrega: el inminente acceso de los protagonistas a la adolescencia y la aparición, finalmente, de Lord Voldemort, el Mal en persona. Curiosamente, en el primer terreno lo único que se advierte, tanto en Harry (el siempre interesante Daniel Radcliffe) como en Hermione (una Emma Watson paradójicamente menos histericona) y el aprensivo e inseguro Ron Weasley (Rupert Grint) es que las hormonas empiezan a cosquillear. Pero sólo eso. Aparece en El cáliz de fuego esa instancia típica del cine de adolescentes que es el gran baile, al que todos deberán ir con sus parejas. Lo cual apareja, tanto en los chicos como en las chicas, característicos nervios, celos y preparativos, y una oferta interracial propia de la corrección política. Harry se debate entre una chica de ojos rasgados y dos paquistaníes (“¿Cómo se hace para encarar a una, si siempre andan en patota?”, pregunta, en la mejor línea de diálogo de la película) y uno de los dos gemelos anda detrás de una compañerita color azabache. Como Cenicienta, Hermione consigue que la acompañe un deseado príncipe azul (ruso), mientras Ron se pasa toda la noche sin bailar con su sufrida acompañante.
Pero si hay un eje narrativo en Harry Potter y el cáliz de fuego es ese otro clásico de high-school, la competencia interescolar a desarrollarse en tres pruebas sucesivas, con dos representantes de Hogwarts compitiendo en ella. Uno de ellos es, obviamente, Harry. ¿Será el vencedor? No hace falta haber leído a Vladimir Propp o Joseph Campbell para saber la respuesta. El combate aéreo con un dragón, otro bajo las aguas de un lago contra bestias acuáticas y la lucha, en medio de un laberinto, contra sí mismo y las propias pesadillas, son los tres escalones de una estructura tan mecánica como la de Feliz domingo. Es en la última de esas instancias cuando hace su aparición el temible Voldemort, cuya inconclusa encarnación tiene a su cargo un Ralph Fiennes sin nariz, mordiendo el polvo de la derrota y prometiendo revancha para la próxima entrega.
Si por un lado la serie parece obligarse a sí misma a repetir sus hits o tics (el partido de quidditch, el desfile de instructores excéntricos, los golpes de varita y sortilegios en latín, los monstruos y mostrencos), en esta ocasión ese carácter forzado queda más a la vista, dando por resultado un rápido recorrido a través de todas esas paradas y personajes, que no deja sedimento. A cambio de la aparición estelar de un nuevodocente (Brendan Gleeson, con toda la cara cosida y un ojo mecánico), los viejos (Michael Gambon, Alan Rickman, Maggie Smith, el gigantón Robbie Coltrane) deben conformarse –lo mismo que la periodista sensacionalista que incorpora una Miranda Richardson sólo de paso– con un “hola y adiós” que, otra vez, remite a los tópicos de un baile de 15.
Pero los 15 todavía no llegaron; eso será el año próximo. ¿Habrá ocasión de asistir entonces a algo más que miraditas ansiosas e intenciones a mitad de camino? Sólo si la moral media de la industria audiovisual lo permite, y eso es algo de lo que debería dudarse. Por ahora, la repetición se impone sobre todo cambio en la serie Harry Potter. Sólo para los incondicionales puede ser ésa una buena noticia.

5-HARRY POTTER Y EL CALIZ DE FUEGO
(Harry Potter and the Goblet of Fire) Gran Bretaña/EE.UU., 2005.
Dirección: Mike Newell.
Guión: Steve Kloves.
Intérpretes: Daniel Radcliffe, Emma Watson, Rupert Grint, Brendan Gleeson, Ralph Fiennes, Michael Gambon, Maggie Smith, Alan Rickman y Miranda Richardson.

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