“Rosario sin él no es lo mismo”, dice Rabinovich. “Es obvio que pudimos hacer un espectáculo sin él. En realidad, ya en el anterior casi no había participado, a causa de la enfermedad. Pero lo extrañamos horrores. Encontrarnos con Fontanarrosa en Rosario era toda una ceremonia. Los asados, las reuniones, las charlas. Parece un lugar común pero, realmente, esta vez faltó algo”, reflexiona en relación con el “estreno de prueba” que, desde hace años, Les Luthiers hacen de cada espectáculo en Rosario, antes de presentarlo oficialmente en Buenos Aires. “Además –cuenta López Puccio–, nos habíamos acostumbrado a mirarlo a él, en la función rosarina, a ver cómo reaccionaba. Y nunca se reía. Se pasaba la función absolutamente serio. ‘¿Qué hicieron con mis chistes?’, nos preguntaba después. ‘¿Para eso se los doy?’. El era, por supuesto, una presencia invalorable.” En la última década, Roberto Fontanarrosa se había incorporado como libretista invitado a Les Luthiers y había participado en todos los últimos espectáculos.