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Dedicada a la música desde la década del ’60, la entrerriana Liliana Herrero recién editó su primer disco en 1987. Producido y apadrinado por Fito Páez, el trabajo de nombre homónimo fue el puntapié inicial de una carrera que fue mutando estéticamente y que se fue ganando a un público también cambiante. Desde la integración entre rock y folklore pasó a formas folklóricas más acabadas, innovadoras y originales, que le valieron varios premios, como el Gardel 2004, en el rubro Nuevas Formas, entre otros. Su lugar, de todos modos, siempre estuvo al margen del llamado “folklore comercial”. Lleva editados diez discos en 18 años –se destacan El diablo me anda buscando (1997), Recuerdos de provincia (1999) y Falú-Dávalos (2004), este último junto con Juan Falú, con quien también realizó un excelente cd de versiones de Cuchi Leguizamón–, encaró la banda de sonido de varios films –El viaje de Fernando “Pino” Solanas y Kamchatka, de Marcelo Piñeyro– y alternó todo ese mundo con sus clases de filosofía en la Universidad de Rosario.