Lunes, 3 de noviembre de 2008 | Hoy
LITERATURA
I
Cuando los curas amordazan a los badajos
y los murciélagos clavan sus gallos de las veletas
salgo tartajeando tu nombre
a los mascarones de la plaza del pueblo
como un rezo maldito.
Y no hay luna ni estrellas
para mi voz
ni nada.
Sólo piedras mojadas donde me acuesto
y tiemblo.
II
Somos cuatro
sentados,
bebiendo
fraternalmente.
Pero lo siento
se irán dentro de poco
dejándome terminar solo
mi cerveza.
Luego,
mañana,
dentro de mucho tiempo
se acordarán de mí
al encontrar en sus carteras
algún viejo poema
junto a tarjetas de visita
y direcciones inútiles.
* En Poemas del amor y la guerra (Ediciones en Danza).
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