Viernes, 21 de noviembre de 2008 | Hoy
MUSICA
La música de Lila Downs es realmente inseparable de su vida. Nació del fruto de una pasión tropical entre Anita Sánchez, una cantante de cabaret, y Allen Downs, un profesor de cine de Minnesota, mitad escocés mitad estadounidense. Las etapas de su vida tuvieron tres geografías madre, y las de su música tres sonidos padre: vivió su juventud en Oaxaca, territorio crucial para el antiguo Imperio Zapoteca, donde mamó las músicas tradicionales mexicanas; pasó su adolescencia en California, donde amplió sus horizontes musicales y estableció sus primeros vínculos artísticos; volvió a México, ya como cantora de clubes en su ciudad natal, y ahora pasa su adultez en Minnesota, en cuya universidad de licenció en Canto y Antropología. Inquieta como la culebra, había cursado estudios similares durante su juventud en la Escuela de Bellas Artes de Oaxaca. En el medio, incursionó en el circuito de clubes musicales de Philadelphia. En el camino conoció a Paul Cohen, un saxofonista norteamericano que no sólo la ayudó a conseguir actuaciones y la guió en su carrera, sino que terminó desposándola. Con Cohen ya como director artístico, Lila colaboró en la banda de sonido de Frida (editada bajo el título Burn it blue), nominada en la 75ª edición de los Oscar a mejor composición original para un soundtrack.
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