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Miércoles, 24 de diciembre de 2008

TELEVISION › OPINIóN

Trascender a Marcelo & Co.

 Por Carlos Ulanovsky *

2008 fue un año cooptado por el inmenso poder mediático de los ciclos de Marcelo Tinelli, o Marce, o el Cabezón, como lo llaman sus cercanos. Entre sus cuantiosas horas semanales propias y la cantidad de tiempo y espacio que le dedicaron los otros 16 programas que lucran con lo ajeno y algunos suplementos de diarios, es evidente que ninguna otra figura participó tanto de nuestras vidas, con permiso o sin él. Tuvimos de sobra y para que tengamos con los shows del hijo dilecto de Bolívar, con las intrascendentes aventuras vitales de sus danzarinas y sus respectivos discípulos y las escasamente memorables polémicas entabladas entre los jurados y algunos de los participantes.

Para quienes no seguimos continuadamente estos concursos-realities, para quienes no los tuvimos en cuenta como tema de conversación posible para el día siguiente, la TV abierta tuvo algunos escapes significativos y valorables.

Hubo televisión de riesgo en numerosos ciclos de Canal 7 (desde el de Soledad Pastorutti a Séptima noche, de Badía y la Pais; de Al Colón a Prohibido estacionar; de la enjundiosa tira cultural de lunes a viernes a las 20 a los ciclos de películas y documentales; de Lo pasado pensado a Vidas hechas vida, y naturalmente en el multipremiado Peter Capusotto y sus videos). Y también, en otras frecuencias abiertas, en tiras como Socias, con deliciosas actuaciones de sus protagonistas y acompañantes, y en la atractiva y luminosa idea de Todos contra Juan, de Gastón Pauls, en un par de telenovelas colombianas sobre el tema de la droga que pasó Canal 9, en lo esencial de Vidas robadas, que sacudió conciencias por el tema, igual que el especial sobre el HIV Oportunidades.

En el cable hubo momentos y espacios gratos y valorables en señales culturales como Encuentro, Ciudad Abierta, Canal (à), Travel and Living, Gourmet, Film and Arts, The History Channel, la de entretenimiento VH1 y las de cine de HBO y Movie City. Otro gran acontecimiento del año fue la reposición, por Volver, de Rolando Rivas taxista, a 36 años de su estreno.

Para mi gusto, lo mejor de la tele siguen siendo las respuestas de los noticieros, como Telenoche, o de las señales de noticias cuando uno necesita enterarse de algo urgente o imprescindible y las abundantes transmisiones de fútbol. Y por supuesto, el relajante procedimiento del zapping, esa posibilidad de pasear durante 15 o 20 minutos entre 500 o 600 canales sin ver nada en especial, pero alcanzando una formidable manera de pasar el tiempo.

Lo peor: otro año más sin nueva ley de radiodifusión y sin grandes novedades sobre la digitalización.

* Periodista y coautor de Estamos en el aire, historia de la TV argentina.

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