Lunes, 9 de febrero de 2009 | Hoy
En “La memoria y el exilio en El común olvido de Sylvia Molloy”, María Cristina Ares analiza a un yo escindido por el exilio. Oscar Blanco, en “Los espacios de las memorias: el caso de las Memorias póstumas del General Paz”, indaga en la transformación de un Paz que observa el campo de batalla y un Paz prisionero, que será testimonio del encierro, la tortura y la desaparición de los enemigos políticos, y también el legado de un sobreviviente. En “Edward Said entre el archivo y el testigo”, Patricio Montenegro postula que Fuera de lugar, al recuperar el mundo de la infancia y de la adolescencia, es la restauración del pasado por parte de alguien que sabe que va a morir, y es, por lo tanto, también un legado que Said quiso dejar para el interminable conflicto del pueblo palestino. En cambio, Marcelo Gómez en “Edward Said: la grieta”, encara también Fuera de lugar pero replanteando esa situación siempre equívoca que le permite a Said ser un militante, que Gómez define como una mezcla de crítico y político. Adriana Imperatore, en “Memoria crítica en la literatura, a propósito de dos novelas de Luis Gusmán”, presta especial atención a la lógica del ocultamiento y la distorsión en la última dictadura militar argentina.
En “Una canción ajena, como si fuera propia”, Silvana Rabinovich propone pensar el testimonio como un testigo atravesado por la palabra de otro, hasta arribar a una afirmación inquietante: no es necesario haber vivido la tortura para llevar en la propia piel la memoria del horror, lo cual no es de modo alguno igualdad con las víctimas. Nora Rabotnikof, en “El ángel de la memoria: mesianismo en tiempos de incertidumbre”, revisa el “flaco poder mesiánico” del recuerdo e interroga los límites al poder de la memoria centrándose en la noción de “futuros pasados” de Koselleck. En “Tortura y desaparición de personas, nuevos modos y sentidos”, Pilar Calveiro empieza con la declaración de una sobreviviente que experimentó la tortura en la Argentina, para continuar con el análisis de las formas y sentidos actuales de la tortura. Enrique Foffani, en “Dos recuerdos infantiles de César Vallejo”, señala que el concepto de “experiencia” deviene en principio constructivo de la poética de Vallejo por el shock violento y agresivo que significó para el poeta, nacido en la aldea de Santiago de Chuco, el impacto de la ciudad de Lima. En “Una memoria entre el camp y el kitsch”, Alicia Montes aborda la particularidad poética y literaria de Loco afán y Tengo miedo torero, del chileno Pedro Lemebel, y la explícita equivalencia entre la dictadura pinochetista y los efectos devastadores del sida que, como la represión, tendrá la misma clave de muerte y marginalidad.
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