Liza Minnelli tenía sólo tres años cuando hizo su primera aparición en cine, en la escena final del musical In the Good Old Summertine, de 1949, que protagonizaba su madre junto a Van Johnson. Quedaba demostrado así que la hija de Judy Garland y el director de cine Vincent Minnelli no podía ser otra cosa que una nueva celebridad. A los 14 años, Liza se enamoró de Broadway y a los 16 ya estaba actuando en los escenarios de la gran manzana.

A los 19 ya había llegado a la cima: ganó su primer premio Tony por Flora the Red Menace (1965). Fue Cabaret el film que la lanzó a la fama y la convirtió en una celebridad de la pantalla grande, aunque pocos recuerdan que Liza ya había participado de otros cuatro films con anterioridad y en 1969 había sido nominada al Oscar por su interpretación en la película El cuco estéril, de Alan Pakula. Pero la diva tendría que esperar tres años más para recibir el premio de la Academia, por Cabaret, luego de ponerse en la piel de Sally Bowles bajo la dirección de Bob Fosse. Más tarde, otra canción y otro film homónimos (esta vez, con dirección de Martin Scorsese), la eternizarían en la historia de los musicales: New York, New York, de 1977. Efectivamente, la década del ’70 fue la de Liza Minnelli: además del Oscar y los Tony, ganó dos Globos de Oro y un Emmy por su especial para televisión Liza with a Z.

En los ’80 apostó en otro terreno: el de la música. Se convirtió en cantante pop y los Pet Shop Boys le produjeron su álbum Results, donde aparecía semidesnuda en un audaz video musical. Cantó duetos con los más famosos, desde Frank Sinatra hasta Charles Aznavour, y siguió editando discos de recopilaciones, clásicos y grandes éxitos. En 1990 recibió un Grammy en reconocimiento a toda su carrera. Enamorada del teatro, recorrió el mundo entero brindando conciertos; pero ya no tendría que interpretar cualquier personaje sino uno solo, el que el público le demandaba: la diva Liza Minnelli. Y, por supuesto, jamás podría deshacerse –tal vez para ella haya sido un karma, para el público una fortuna–, de sus hits de siempre, los de los viejos films de los ’70: las pegadizas y sensuales melodías de Cabaret; el clásico y potente New York, New York.