Fue una situación que surgió espontáneamente, me confesó Demián cuando nos encontramos en la vereda del cine después de ver el estreno de Mundo Alas: “Antonella estaba cansada y yo le ofrecí que se sentara encima mío”. La cámara capta un milagro. Demián, bailarín en silla de ruedas, mueve sus piernas; Antonella, pintora sin manos, flamea sus brazos como queriendo levantar vuelo. A través de esa imagen mágica me pareció entender lo que León nos quiere transmitir con su película. A algunos seres humanos nos faltan las piernas, a otros la visión, los brazos, la voz, la capacidad cognitiva, la audición, la sensibilidad, a algunos casi todo el cuerpo como a Pancho. Pero si nadie se siente más que otro, si no discriminamos a los demás por lo que carecen, si nos respetamos, si somos profundamente solidarios no nos faltará nada y podremos hacer todo lo que nos propongamos.

¿Qué nos pasa que cotidianamente no nos detenemos a mirar más allá de nosotros mismos? ¿Por qué necesitamos ver esta maravilla que es Mundo Alas para entender algo tan simple?

Aún emocionado por lo que acabo de ver me gustaría proponer que todos vieran Mundo Alas. Que se transmita en cadena por televisión. Que se proyecte en todas las escuelas y especialmente en la universidades. En pantallas gigantes antes de los partidos de fútbol, de los recitales y de los discursos políticos. Todos merecemos y necesitamos este mensaje de humanidad. Gracias, León.