Miércoles, 8 de abril de 2009 | Hoy
CINE
Inés Efron sostiene que el hecho de componer un personaje perturbado, con la mente muy caótica, más que estimularla, termina desgastándola. “Sí, me desgasta más. Mucho”, dice.
–¿Por qué?
–Porque hay que meterse en eso. Por más que actuar sea un juego, meterse en una chica que le está pasando todo eso, tiene un costo. Me doy cuenta de que no me divierte tanto para explorar eso. Lo noto a través de la práctica, de la gimnasia de la actuación. No es lo que a mí más me atrae. Me requiere más esfuerzo porque lo tengo que entender con la mente. No me llega al cuerpo. Entonces, cuando yo tengo que entender con la mente todo me cuesta mucho. Confío más en lo que me llega directo al cuerpo.
–¿Es de identificarse con el personaje o mantiene una cierta distancia?
–En general, me identifico. Me cuesta trabajar desde la no identificación. Pero es una identificación con distancia, es ver qué de ese personaje está en mí para que yo active esa tecla que me toca ese personaje. Con Lala me identifico un poco en el ahogo. En la adolescencia yo me sentía muy ahogada, muy asfixiada, quería abarcar el mundo y no sabía cómo. Quería salir pero no entendía por dónde empezar. Y con Lala me pasa un poco eso: me asfixia mucho esa casa que ella tiene.
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