En la niñez su ídolo era Arnaldo Tamayo Méndez, cosmonauta cubano que fue el primer latinoamericano en ir al espacio. El tiempo, no obstante, terminó conduciendo a Camila Guzmán Urzúa (Santiago de Chile, 15 de diciembre de 1971) a los espacios menos siderales de la pantalla grande, más específicamente al terreno del documental. El itinerario fue arduo, e incluso peligroso. Tras la caída de Allende, su familia se exilió en La Habana, donde Camila vivió hasta 1990. Desde entonces ha pasado por España, Inglaterra, Chile y Francia; para terminar recalando en el partido de Escobar, en el conurbano bonaerense. Entre 1993 y 1996 estudió en Londres, en el LCPDT (London College of Printing and Distributive Trades, Film and Video Degree) y en 2002 pasó a Les Ateliers Varan, en París. Fue asistente de dirección e hizo producción en obras de ficción y documentales. Entre sus referentes destaca a Fernando Pérez, Tomás Gutiérrez Alea, Frederick Wiseman y Ken Loach. Acerca de El telón de azúcar, su ópera prima, subraya que “sólo tenía un equipo digital y una amiga me ayudó con el sonido. Afortunadamente, la Escuela Internacional de Cine y Televisión San Antonio de los Baños (La Habana) me apoyó y me dio toda la libertad. Es más quien estaba al mando, Julio García Espinosa, fue fundamental para que yo pudiera orientar el proyecto”. Más tarde, el apoyo conseguido a partir del Premio Televisión Española en el Festival Internacional de San Sebastián allanó el camino hacia el estreno, e inició una gira que le ha deparado premios y acalorados debates.