Andrés Rivera le muestra a Página/12 su agenda semanal. Entrevistas por aquí, visitas a médicos y masajistas por allá, todos esos compromisos conspiran contra la posibilidad de que pueda avanzar en la escritura de su nuevo libro. Ahora espera poder regresar a Córdoba para retomar el proyecto. “Es una pareja, no sé si él es monto o algo así. Creo que están escapando de algo –anticipa el escritor–. Hay que tratar de desvelar el universo montonero: mucho heroísmo y vocación por el martirio y una política de provocación, que terminó donde terminó. Todos los montoneros que sobrevivieron son burócratas de segunda y tercera categoría en el gobierno kirchnerista, con sueldo, panza, coche y whisky.”

–¿Qué es lo que lo obsesiona a usted de ese universo montonero?

–Lo que hay que desvelar es que haya habido tantos jóvenes de clase media dispuestos al sacrificio. Seguramente, estaba sobre ellos o caminaba al lado el ejemplo de la revolución cubana. Cuántos montoneros se refugiaron en Cuba. Me parece bien que Cuba haya abierto sus puertas no sólo a los montoneros argentinos sino a aquellos que integraron los brotes guerrilleros en América latina. Preguntémonos dónde está Firmenich. ¿No es lícito preguntarse si Firmenich no fue un agente doble? Estructuras verticales como Montoneros terminan por mimetizarse con el jefe de turno.