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Viernes, 30 de diciembre de 2005

De Angelina Jolie a Alan Faena

- La euforia frente al “boom” de historia mediática. Los más optimistas dieron una cálida bienvenida a la era del entretenimiento culto. La máquina del tiempo clase B de Algo habrán hecho, ¿era merecedora de tanto?

- El precio de las entradas de U2 y los Rolling Stones. Sirvió para hablar del renacimiento de la clase media alta, alimentó el comentario de Rial, Chiche, González Oro (etcétera), comparándolo con el boom de restaurantes llenos. La mayoría se quedó con la ñata contra el vidrio.

- Las pretensiones de Alan Faena de mostrarse como un gestor cultural a la medida del Instituto Di Tella. Confundió sus contrataciones millonarias a Nacha Guevara, Charly García y el elenco de El Rebenque Show con el rol promotor cultural que ejerció el Instituto Di Tella en los ’60. ¿Tan cerca la gestión cultural privada de la expansión inmobiliaria?

- Angelina Jolie diciendo: “Alexander, the Great”. No sólo se atrevió a interpretar a la madre de Alexander (Colin Farrell), sino que le asignó un insólito acento eslavo con su máximo exponente en la dicción imposible de la frase Alexander, the Great.

- La falta de lugares para bandas emergentes post-Cromañón. Una de las consecuencias menos dramáticas pero igualmente preocupantes de la tragedia de Cromañón es la falta de lugares para que toquen artistas emergentes. “Están terminando con una generación de músicos”, se lamentan productores y cantantes.

- La explosión de tango electrónico berreta emulando a Gotan Project. ¿El que vale es el primero? Si es así... ¿qué será de los experimentos de tango electrónico que saturan milongas y boliches?

- La visita de Charly García a Maradona. En 2005 el astro musical protagonizó su propia conversión a fan, adulando sin límite a Dios, desprendido de ese polvo de estrellas construido durante décadas a base de desplantes e impuntualidad. Para muchos, se perdió el glamour.

- La entrevista de Maradona a sí mismo. El ejercicio continuo de megalomanía que implicó La Noche del Diez tuvo su apoteosis en la entrevista de Diego a sí mismo, autoelogio y encumbramiento inncesarios que dieron la sensación de que el límite, finalmente, se traspasó.

- El programa de Mariano Cúneo Libarona en PyE. Más para bajar línea que para entrevistar, en extraña defensa del slogan cualquiera puede ser conductor, hasta el abogado del diablo tuvo su espacio.

- La protesta de grupos católicos ante Tertulia en el Cementerio de la Recoleta. Después de la Retrospectiva de León Ferrari se quedaron con las ganas e invadieron la puerta del Cementerio de la Recoleta, indignados por la instalación Tertulia, durante el último Festival de Teatro.

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