Miércoles, 24 de junio de 2009 | Hoy
TEATRO
“A diferencia de la comedia inglesa clásica –escribe Juan José Sebreli– que transcurría en los ambientes de la alta burguesía o la aristocracia, el teatro de Orton incorpora los escenarios de las clases populares lindantes con el lumpen; fue un Oscar Wilde plebeyo, un dandy de barrio bajo. La caricatura de los buenos modales y un decoro tan artificial que resulta ridículo ocultan la corrupción de los hábitos.”
“Los personajes fantochescos –sigue– son moralmente indiferentes o con una doble moral que oscila entre la hipocresía y el cinismo. La explicación de este estilo psicopático, tan acorde con una época de búsqueda de sensaciones y de negación del sufrimiento, tal vez se encuentre en una anotación privada de Orton: ‘No estaba tan seguro de mí mismo como me hubiera gustado y por eso adoptaba una actitud descarada y simulaba ser mucho más duro de lo que era en realidad. Afrontaba las situaciones con una gratitud cínica e irónica porque así conseguía que no fueran tan dolorosas’”, señala Sebreli.
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