Dispuesta siempre al regreso desde Francia, donde reside, la actriz Marilú Marini no olvida que Argentina es el país que la nutrió, y con el que mantiene –dice– “una relación afectiva fuerte que hasta hoy no se ha cortado ni quiero cortar”. En cada una de sus estadías presentó obras, la mayoría junto al actor, director y régisseur Alfredo Arias. Se la vio en Familia de artistas, La mujer sentada, recreación sobre la célebre tira del Copi (Raúl Damonte Taborda) dibujante; Niní, presentada en Buenos Aires en 1995 y antes en el Petit Montparnasse, de París; Mortadela, el musical argentino que incluyó textos de Niní Marshall; Los días felices, de Samuel Beckett, en francés (dirigida por Arthur Nauzyciel) y en castellano; Las criadas, de Jean Genet, en versión de Arias, e Incrustaciones, de la novelista y ensayista francesa Chantal Thomas. Participó en proyectos de coproducción con Francia, como Un animal de dos lenguas y el festival Tintas Frescas en Buenos Aires. Distinguida en Francia y otros países, Marini recibió últimamente el premio a la mejor actriz en el IX Festival de Cine Iberoamericano de Villaverde (España) por su papel de madre en Mentiras piadosas, película de Diego Sabanés inspirada en el cuento “La salud de los enfermos”, de Julio Cortázar. En esta vuelta cree fundamental que “los argentinos piensen a nivel país y propongan soluciones a los problemas urgentes, en lugar de fustigarse mutuamente. Quizás alguien diga que esto es meterme en lo que no me importa, pero creo que, salvo aquellas personas que día a día hacen un trabajo solidario y a fondo, hay una falla de responsabilidad. Algunos –aclara– se sienten dueños del país y se apropian sin dar nada a cambio, olvidando que la reciprocidad a nivel personal y social significa crecimiento”.