Vie 14.08.2009
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CULTURA › LA PRESENTACION DE LA ANTOLOGIA DE LA NUEVA POESIA ARGENTINA

Un resumen de múltiples registros poéticos

La presentación de la Antología de la nueva poesía argentina, publicada por Perceval Press, la editorial de Viggo Mortensen, convocó a un público heterogéneo del riñón de la poesía y aledaños, a admiradores del actor y hasta las cámaras de televisión, que no se iban a perder la oportunidad de capturar la imagen del irresistible Aragorn recitando un poema de su autoría. Esta antología “caprichosa e incompleta”, como la definió Gustavo López, encargado de la selección, originalmente había sido preparada para México, pero el proyecto “se perdió en las nubes de Ubeda”. “El ladrillo original tenía 550 páginas con 35 autores”, recordó López, fundador de la editorial de poesía Vox de Bahía Blanca. “Si hay una fortaleza que podemos resaltar en esto que se ha dado en llamar ‘poesía de los ’90’ es que conviven una gran diversidad de registros y de poéticas muy diferentes, pero a la vez es posible dar cuenta de conexiones que la hacen mucho más rica y poderosa.” El agitador cultural Kevin Power, el nexo entre López y el actor, subrayó que además de ser conocido por su trabajo en el cine, Viggo es un editor “muy riguroso”. “Tuve con él una experiencia muy interesante de edición de una antología de textos de la crítica cubana de los años ’90, en un momento en que Estados Unidos estaba en contra de editar cualquier libro cubano”, subrayó el agitador cultural cuya cabellera blanca recuerda a un león.

Cuenta la leyenda que López conoció a Power hace unos años en Bahía Blanca, justo cuando el proyecto de publicar la antología en México naufragó. En una típica charla de borrachos, según confesó López a Página/12, Power prometió: “Le voy a decir a Vi-ggo, le va a interesar publicarla”. El misterioso Viggo comenzó a mandarle correos a López. “Yo no sabía quién era Viggo Mortensen, juro que no sabía. Hasta que recibí un llamado hace casi cinco años, en 2004. Me dijo que quería venir a Bahía Blanca, pero que no iba a poder porque tenía que ir al programa de Susana. Entonces le pregunté qué hacía. Viggo me dijo ‘soy actor de cine’. Después le conté a mi hija con quién había hablado. Ella me miró y gritó: ‘¡Papá, es Aragorn de El señor de los anillos!’”.

La gente pedía a los que estaban adelante que se agacharan. “No se ve acá atrás”, gritó uno molesto con las cámaras. “Y bueno, che, parate”, le respondió el actor. “Voy a procurar ser breve y sensato. Espero que el libro tenga éxito para poder sacar otro más con otros poetas. Me siento muy orgulloso por haber podido publicar este libro y espero que sea de buen provecho para todos ustedes.” A modo de despedida, o como anticipo de su próximo libro, Viggo leyó un poema de su autoría, “La cuesta” (ver aparte). Una mujer se puso de pie y le dijo: “Gracias por tu generosidad con la Argentina”. Mario Arteca fue el primer poeta de la antología en leer. Gabriela Bejerman, de memoria, recordó de punta a punta su “Puentes de sidra y helado”, incluido en el flamante libro editado por Perceval. Siguieron Juan Desiderio, Francisco Garamona, Fernanda Laguna (que hizo reír a buena parte del público y a Viggo), Santiago Llach, Marina Mariasch, Damián Ríos y Patricia Suárez. “Pueden apagar los teléfonos, por los poetas”, pidió Viggo ante el inoportuno sonido de un celular que quebró por unos segundos la atmósfera hipnótica que reinaba en la sala. Cerraron dos mujeres: Ana Wajszczuk y Laura Wittner. Muchos repetían la frase que dijo Llach antes de leer: “Nunca vi tanta gente en un recital de poesía”.

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