Una de las actividades más destacables del trabajo de Claude Brumachon es su trabajo con chicos de colegio primario. Lleva más de veinte años ocupándose de formar a los niños en lo que él llama la exploración coreográfica. “Para mí los niños poseen gestos primarios y mi tarea con ellos no es enseñarles, sino permitirles que encuentren la espontaneidad absoluta del gesto”, dice él. “Además, el trabajo consiste en crear un producto, con vestuario, luces, una puesta en escena, para que comprendan, cuando sean grandes, que la creación es algo serio, importante.” Es decir, no se trata sólo de formar futuros intérpretes sino, sobre todo, futuros espectadores de danza. “Por otra parte, los niños vienen con una noción muy individualista, donde lo único que existe para ellos es el Yo”, advierte Lamarche. “Se trata, entonces, de desarrollar la noción de grupo, para que entiendan que ellos son parte de un todo que es la creación, que los involucra no sólo a ellos sino también a los demás y a lo que está a su alrededor. Ese trabajo sirve no sólo para hacer una obra sino también para mejorar el desempeño del chico en el colegio.” Desde 1992, Brumachon ha puesto en práctica este mismo trabajo con chicos discapacitados: “Son niños cuyos cuerpos han sido relegados, medicalizados. Nosotros, en cambio, les planteamos: nosotros tenemos un cuerpo, ustedes también, ¿qué hacemos con eso? La cultura no nos ha acostumbrado a hablar del cuerpo. Nosotros proponemos no sólo hablar de él sino tocarlo, experimentar con él”.