Domingo, 22 de enero de 2006 | Hoy
MUSICA › EL SOUL, EL FUNK, EL ROCK Y EL REGGAE NO TIENEN SECRETOS PARA EL
Steveland Morris fue el niño genio que se convirtió en Stevie Wonder, un revolucionario musical que convirtió al soul en una forma de arte en disco en los ’70. La música negra americana tenía una venerable tradición de músicos nacidos en la pobreza y la ceguera, y Wonder eligió rápidamente una figura guía: “Cuando era chico y escuché que Ray Charles era negro lo amé, y cuando escuché que era negro y ciego realmente lo amé”, dice. La ceguera de Wonder fue causada por haber sido puesto en una incubadora con demasiado oxígeno, pero antes de su décimo cumpleaños ya sabía tocar piano, armónica y batería, y en 1963 ya era la estrella más joven de Ramla Motown, cuyo departamento de marketing jugó con la conexión Ray Charles vendiendo a Wonder como “el genio de 12 años”. Pero Wonder se convirtió en un talento enormemente autónomo, aun dentro de esos límites.
El quiebre definitivo llegó con la renegociación de su contrato en 1971, cuando cumplió 21. Pionero en el uso de sintetizadores para agregar calidez, color y riqueza emocional a su música, las habilidades de Wonder en la composición y producción brillaron en una cadena de discos clásicos como Where I’m coming from, Music of my mind, Fulfillingness’ first finale y Songs in the key of life. La maestría de Wonder en los arreglos orquestales, en los idiomas del funk, rock y reggae, es realmente asombrosa. Sus vocalizaciones eran capaces de capturar la alegría del amor y el dolor del corazón roto, al mismo tiempo que formidables cargas de artillería social y política en You haven’t done nothin’ o Living for the city.
Su estilo vocal fue una de las bases para el éxito de Michael Jackson. De gira con Los Rolling Stones, grabando un disco en vivo con Eric Clapton (luego abortado) en el Rainbow de Londres y apareciendo en un efímero supergrupo con Lennon, McCartney y Harry Nilsson, la influencia de Wonder en oyentes negros y blancos es indiscutible. En 1975, su estatura era tal que, cuando Paul Simon recibió el Grammy al mejor álbum, dijo “quiero agradecer a Stevie Wonder por no haber sacado un disco este año”. La caída de la que su carrera nunca se recuperó del todo llegó tras su obra maestra de 1976, Songs in the key of life, ganador de cuatro Grammies. The secret life of plants (que proponía la vida de las plantas como una clave para el conocimiento humano) fue un fracaso de público y crítica. Desestimado como un ejercicio de autoindulgencia por parte de un artista que había perdido el rumbo, la reacción a esa obra dejó muy golpeado a Wonder. De muchas maneras, su carrera desde entonces ha sido un ejercicio de precaución y retraimiento, lanzando algún ocasional éxito comercial (como por ejemplo I just called to say I love you), pero incapaz de animarse a otros experimentos audaces. A time for love, en tanto, está bastante lejos de ser un regreso a su época artística más brillante, pero aún tiene flashes de la vieja magia de Wonder.
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