¿Cómo fue la decisión del Festival de Cannes de asociarse al Instituto del Cine argentino y crear “Ventana Sur”, un mercado del cine de grandes dimensiones aquí en Buenos Aires?

–Este es el primer gran emprendimiento que el Festival de Cannes realiza fuera de sus fronteras. Pero no es Cannes en Buenos Aires, es una coproducción. Y me parece muy importante que Cannes diga que sí a una proposición como fue ésta de Argentina, que fue una buena proposición. Es pensar a futuro, que es lo que estamos haciendo con Gilles Jacob. Estamos reflexionando sobre el futuro del festival: qué va a ser de Cannes de aquí a diez, a quince, a veinte años. El Festival de Cannes es una de las “marcas” más conocidas del mundo y, al mismo tiempo, algo muy intangible: son doce días en una pequeña ciudad al sur de Francia para ver y hablar sobre cine. Es una marca a la vez muy fuerte y muy frágil. Y tenemos que pensar más proyectos hacia el futuro. Por otra parte, yo no tengo ningún complejo sobre el mercado, porque soy un cinéfilo puro y duro y mi torre de control sigue siendo siempre el cine. Por eso cuando Bernardo Bergeret y Liliana Mazure me preguntaron qué podíamos hacer juntos y sugirieron el mercado me pareció una excelente oportunidad de coproducción. Vamos a ver qué sucede. Es una primera experiencia. Pero que Cannes esté lejos de su casa y en un país con tanta energía ya es positivo.

–Pese a la crisis del último año, ¿les parece que hay lugar para un nuevo mercado del cine?

–Hay muchos mercados de cine en el mundo, pero hacía falta un mercado en Latinoamérica para el cine de la región. Existe, es verdad, la experiencia de Guadalajara, en México, pero ahora se suma la iniciativa de Buenos Aires. Y este mismo domingo, cuando termine “Ventana Sur”, ya podremos evaluar los primeros resultados.