¿Cómo se siente al ver su cara por los micros de Santiago? –Es la primera vez que estoy en una editorial que tiene gerente de marketing. Si te contara lo que salió, te reirías a carcajadas, tanto que el gerente comercial de otra editorial fue a protestar a Norma: “Cómo era posible que se gastara tanta plata en publicidad”, que estábamos rompiendo el mercado y las buenas costumbres literarias. No sé qué le habrán dicho, pero hoy esa editorial tiene a Dan Brown en los micros (risas). Cuando preguntó el precio de esta campaña, que duró cinco semanas, resultó más económica que el aviso de una página en el diario El Mercurio. Desde el punto de vista intelectual, a mí no me parece que estemos atentando contra la naturaleza de la literatura, si es un nuevo modo de difusión para los libros. Uno de los graves problemas que tienen los libros es la difusión. Y sigue siendo así, incluso con estas campañas. El libro tiene una llegada muy limitada, pero este tipo de campañas se han hecho en Nueva York y en París. El hecho de que haya una campaña de marketing no disminuye el acto artístico. Esto lo hace la editorial, ellos toman sus decisiones. Mientras no me pongan con fotos en pelotas... ahí sería otra cuestión (risas). Si alguien está haciendo ese esfuerzo de marketing, me parece estupendo apoyarlo, es una forma de difusión ingeniosa. ¡Qué mejor que una editorial esté dispuesta a apostar por ti! Mientras más canales de difusión tenga la literatura para llegar a una mayor cantidad de gente, mejor.