Mar 29.12.2009
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CINE › OPINIóN

Un cine que es muchos cines

› Por Diego Dubcovsky *

Este año confirma que el cine argentino goza de muy buena salud. Me refiero a su diversidad, al empuje con el que se hace, a su variedad de matices, a la coexistencia en él de los fenómenos más diversos.

Desde hace quince años que el cine nacional no ha dejado de crecer y de producir hechos relevantes.

Este año va a ser recordado por el “fenómeno Campanella”, la nueva Ley de Servicios Audiovisuales que contempla la tan esperada cuota de pantalla televisiva, por Ventana Sur, por la apertura de nuevas salas de cine, entre otras cosas.

El argentino es un cine radial, en el sentido de que no trabaja sobre un solo eje, sino sobre ejes múltiples. Se filman (y se estrenan) coproducciones de varios millones de dólares y películas hechas entre amigos. Se hace cine barrial, se trabaja con tecnología digital de punta y hasta se filma en 3-D, como acaba de suceder con Boogie, el aceitoso. Se producen películas de género y el más estricto cine de autor. Se apoyan producciones masivas, como El secreto de sus ojos, pero también películas “para pocos”. Se hace cine de entretenimiento, documentales políticos, cine de animación. En una palabra, el cine argentino es un montón de cines. Lo extraordinario es que todo eso pueda seguir produciéndose y exhibiéndose.

Conviene recordar que no en todas partes es así. No me refiero a la falta de apoyo que el cine propio puede tener en algunos países latinoamericanos, asiáticos o africanos, sino en países centrales, como España e Italia. El cine italiano está “planchado” desde hace décadas, y en el cine español se produjeron este año cambios de legislación sumamente regresivos. Me animo a decir incluso que es más progresista la política cinematográfica argentina que la francesa, a la que suele tenerse por modelo a imitar. Me refiero a que mientras acá no se les resta apoyo a las manifestaciones más minoritarias, en Francia la tendencia es a subvencionar el cine más comercial y masivo. Si Argentina sigue teniendo un cine propio, es por una decisión política. Tener un cine nacional es una decisión política.

Lo que sí va a haber que resolver es cómo afrontar la creciente tendencia a consumir cine en casa. Hay que inventar atractivos extra, que lleven a la gente al cine. En algunas industrias eso se busca por medios tecnológicos, como puede serlo, en el cine norteamericano, la actual explosión del 3-D. En nuestro caso habrá que buscar otros factores de seducción. Las buenas historias, los relatos atractivos, la recuperación del cine como espectáculo intelectual y emocional tal vez sean algunos de ellos.

Productor de Derecho de familia, Encarnación, Música en espera y las inminentes Dos hermanos y Por tu culpa.

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