Uno de los hechos más significativos del año fue la finalización del contrato que unía a la AFA con TSC para la transmisión codificada de los partidos del fútbol argentino de Primera División. La transmisión de todos los cotejos a través de Canal 7 modificó la composición y la distribución de la audiencia de la TV abierta. El mayor beneficiado fue el canal estatal: la decisión gubernamental volvió a colocar a la emisora como una opción televisiva masiva, alcanzando semanalmente cifras de rating inéditas (superando los dos dígitos). Fútbol para todos no sólo les dio la posibilidad a los argentinos de disfrutar gratuitamente de uno de los hechos culturales más importantes del país, sino también le dio un impulso a toda la programación. Del otro lado, sin la exclusividad de los goles, la existencia de Fútbol de Primera parecería dejar de tener sentido: los escasos 5 puntos que promedió esta temporada no dejan mucho espacio a la duda. Por lo pronto, a Fernando Pacini, uno de los conductores del histórico ciclo, desde Torneos y Competencias le llegó la rescisión contractual.

Si bien Fútbol para todos le ocasiona al Estado una inversión de 600 millones de pesos, lo cierto es que técnicamente la adquisición de los derechos de transmisión no genera un gasto “extra”, ya que se financió con la redistribución de una parte del presupuesto de la pauta oficial. En el haber quedan la calidad de las transmisiones –sobre todo en lo periodístico– y el desbarajuste que provocó en la grilla del canal, que de un día para otro tuvo que hacer lugar a las 20 horas semanales que como mínimo ocupaba el fútbol. La desprolijidad hizo que muchos ciclos del fin de semana perdieran su día y horario de emisión y pasaran a emitirse a la mañana o bien entrada la madrugada. Un imprevisto que todavía no se resolvió y que empalideció a uno de los sucesos televisivos más celebrados de 2009.