Domingo, 28 de marzo de 2010 | Hoy
CINE
Desde mediados de los ’80 en adelante, nada le gusta más a Alain Resnais que trabajar con los mismos actores. Todo empezó en 1983, en La vie est un roman, cuando el realizador reunió por primera vez a quienes serían tres habitués de su cine: Fanny Ardant, Sabine Azéma y Pierre Arditi. En la siguiente, L’amour à mort, se les unió André Dussollier. El cuarteto repitió en Mélo (1986), Arditi y Azéma fueron protagonistas exclusivos de Smoking/No Smoking (1993), Dussollier volvió a sumarse en Conozco la canción (1997) y los tres reaparecieron en Corazones (2006). Entre una y otra, Arditi y Azéma fueron parte de Pas sur la bouche (2003), mientras que en Las hierbas salvajes les toca a Dussollier y Azéma hacer pareja.
De formación teatral, Azéma trabaja en televisión y cine desde mediados de los años ’70. Pero debió aguardar casi una década hasta tener un primer papel destacado, en La vie est un roman. De inmediato volvió a brillar en Un domingo en el campo (B. Tavernier, 1984), y de allí en más se mantuvo como étoile. Con un talento particular para la comedia ligera, Azéma es además, desde fines de los ’80, la Sra. Resnais. “A diferencia de películas anteriores, en Las hierbas salvajes André Dussollier y yo tenemos menos escenas de conjunto y más en las que estamos solos”, dice esta parisiense, formada en su juventud a la vera del célebre Antoine Vitez. “Estamos tan solos en la película, que el avión en el que mi personaje suele volar es como su mejor amigo. De allí que se me ocurrió acariciarlo, como si fuera una mascota.” En verdad, ese afecto por los objetos es algo que se reitera en las novelas de Christian Gailly. “El personaje de Sabine anda por el cielo, mientras que el mío es más subterráneo –interviene Dussollier–. Lo que ambos tienen en común es que son de conductas irracionales.”
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