Hasta determinado momento de su carrera usted alternó entre el documental y la ficción. Pero desde hace más de veinte años dejó de filmar ficciones. ¿A qué se debe?

–No estoy segura de tener ganas de hacerlo. Actualmente me interesa captar algo más frágil que una historia de ficción. Los documentales permiten relacionarse con otras cosas, con otra gente. En los documentales que hago, además, yo misma estoy presente en cámara, de tal manera que el diálogo pasa a ser el asunto mismo de la película, no algo que ocurre fuera de escena. Todo eso me resulta más estimulante que filmar ficciones.

–Hubo una ocasión en que fusionaron ambas cosas.

–¿Se refiere a Sin techo ni ley? Sí, ésa fue una película de ficción, con diálogos enteramente escritos por mí y una actriz muy conocida como protagonista, Sandrine Bonnaire. Pero estaba filmada como si se tratara de un documental. En los documentales trato de hacer lo contrario. Filmo cosas reales, pero también cosas que me imagino, cosas que pienso o fantaseo. Todas las películas hablan del mundo y, a la vez, de la persona que lo filma.