Jueves, 3 de junio de 2010 | Hoy
LITERATURA › OPINIóN
Por Carlos J. Aldazábal *
Tan huesolito te has quedado que parecés dormido, y en ese estarte solo te iluminás, bardo ensimismado transitado por letras que quisieran gritar desde tu frente, mineral que sos piedra pero también salitre, soplo en el silencio para el mago hacedor, el dueño del quetral que no se apaga.
Anduviste caminos, telegrafiaste los hilos de La Pampa, la humedad de la tierra por donde las lombrices transitaron, y también las lagunas donde el flamenco voló y estuvo quieto.
Y no te decidís, no sabés si nacer, si continuar naciendo, o si vas a quedarte detrás del sacrificio con tu vaso de vino acunado en la siesta.
Nada convencerá, ni siquiera un gualicho, unas cuentas mapuches, ni la joya elegante del relámpago.
Nada convencerá de tu partida.
Ya los chingolos anidan en tu boca. Ya las torcazas descansan en tus ojos. Y tu orden resuena en nuestro llanto: “Soy el Ghempín, ordénoles hacer la palabra”.
Y te hiciste palabra y te quedaste, huesolito en la sombra.
Así, poeta inmortal. Así.
* Poeta, responsable de la editorial El suri porfiado y de la revista de poesía La costurerita.
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