LITERATURA
Mirada de tres escritoras
Susana Villalba: Duras es maestra en la música del texto y maestra del silencio, de la respiración. Hay un tono Duras. Más allá de la característica de la nouveau roman: esa observación del “objeto humano” desde un narrador externo a lo psicológico, el tono de Duras es el de la desesperación ante la condición humana, condición que incluye la crueldad de la guerra. Es una letanía sin dioses, donde las palabras y el intento de narrar son cuerdas de las que agarrarse en medio de la incongruencia y el dolor.
Esther Cross: Es esa forma como despojada, casi descarnada que tiene de escribir y también todo lo que en ella es. Es una escritora de lo breve y, a la vez, cuando uno la lee se da cuenta de todos los artificios que ella probablemente eliminó para poder llamar a las cosas por su nombre. Me interesan muchísimo sus libros de ensayo y el trabajo como guionista en, por ejemplo, Hiroshima mon amour, junto a Alain Resnais. La elección que hicieron de cómo contar esa historia –mezcla de ficción y no ficción– y la idea de incluir una historia de amor como algo universal para poder “bajar” toda la información y lo que pensaban sobre Hiroshima me parece un acierto narrativo muy importante.
Ana María Shúa: Yo he sido una gran lectora de Marguerite Duras desde la época de Moderato Cantabile. Asistí con sorpresa a la repercusión mundial de la historia de El amante. Ella se lo merecía desde mucho antes. Duras formó parte de la gran renovación de la literatura francesa; sus obras se enmarcan dentro de lo que se llamó el nouveau roman y produjo una prosa exquisita, refinada, en la que juega y trabaja con las repeticiones. Fue una renovadora de la lengua. Yo tengo para contar una anécdota alrededor de El amante: le di a leer el libro a mi abuelita, quien, muy interesada, después de leerlo me dijo: es muy lindo el libro, pero ¡habla mucho de su amante!
Producción: Oscar Ranzani y Alina Mazzaferro.