“La tradición enseña que la circulación de libros, como la de ideas, ha sido obra en el Río de la Plata de escritores y pensadores que obraron como benéficos contrabandistas y conspiradores antes que por políticas de Estado”, dice la editora y crítica uruguaya Ana Inés Larre Borges, que participará en el Filba en el panel de edición e industrias culturales junto con el editor uruguayo Pablo Harari (Trilce) y el argentino Francisco Garamona (Mansalva). “El año pasado estuve investigando en la Biblioteca Nacional argentina el archivo de César Tiempo y allí está la nutrida correspondencia con escritores uruguayos sobre la aventura de la Sociedad de Amigos del Libro Rioplatense, un proyecto magnífico de los años ‘30, que a puro entusiasmo consigue crear una colección con autores de las dos orillas.” En términos de políticas editoriales, la distribución ha mostrado dificultades históricas. “Las dificultades para encontrar un distribuidor en Buenos Aires, la cantidad mínima para esa distribución que excede muchas veces la capacidad de producción uruguaya, han sido problemas que impidieron el sueño de muchos editores uruguayos de llegar a ese mercado que está tan cerca y sin embargo tan lejos”, subraya Larre Borges. Más allá de las dificultades, reconoce que hay signos auspiciosos, como la distribución en Montevideo de sellos alternativos –Adriana Hidalgo, Eterna Cadencia, Katz, Ediciones del Puerto, Mansalva– y el de algún uruguayo que llegó a Buenos Aires. “Creo que una política de Estado podría ser bienvenida. ¿Una librería uruguaya en Buenos Aires? ¿Una Argentina en Montevideo para que llegue también la producción de las provincias y no sólo la de Buenos Aires? Algún programa de intercambio que ayude a ese histórico deseo de diálogo que varía en su intensidad, que a veces está de un lado y otras en el lado del enfrente según las vicisitudes políticas incluso, pero que siempre vuelve, renace, está.”