Lo dice en broma, pero va en serio. Blanco nocturno, la última “ficción paranoica” de Piglia, es una “novela muy argentina” en la que se percibe un énfasis en el paisaje del sur de la provincia de Buenos Aires –Bolívar, Carhué y aledaños–, como si esa geografía influyera sobre los acontecimientos. “Ahora muchos tratan de internacionalizar las historias, como si ése fuera el modo de que las novelas circularan mejor”, ironiza el escritor que nació en Adrogué, Buenos Aires, en 1940. “Uno tiene que contar lo que conoce; solamente puedo situar las novelas en los lugares en que he vivido. No es necesario que las novelas sucedan en aeropuertos, en lugares prestigiosos o en no-lugares.” Referente insoslayable de la literatura argentina a partir de Respiración artificial (1980), el escritor ha publicado los cuentos de La invasión, Nombre falso y Prisión perpetua; los textos de Crítica y ficción, Formas breves y El último lector; y las novelas La ciudad ausente y Plata quemada.