Lunes, 27 de septiembre de 2010 | Hoy
CULTURA
“La gente se ríe cuando le cuento esta historia: es como si no lo pudieran evitar. Yo mismo me reí cuando la leí por primera vez en un diario, hace tres años. El 12 de enero de 2007, Mario se encuentra con sus amigos y les pide que le tatúen un corazón de Boca, pero Marcos Coronel y Carlos Ramírez tienen otra idea: entonces le atan las manos (le dicen que lo hacen para que no se mueva, porque si se mueve el tatuaje puede salir mal: Mario les cree) y le tatúan una pija en la espalda. Mario está muy nervioso, casi descontrolado. La madre quiere remediar la situación rápidamente: decide llevarlo a otro lugar, para que le hagan un nuevo tatuaje que tape la pija. El corazón de Boca, la idea original, no sirve, no alcanza. Madre e hijo miran el catálogo de tatuajes y toman una decisión: Mario se hace tatuar una virgen, pero hay un error de cálculo y resulta que la virgen tampoco tapa la pija de la espalda de Mario: la cabeza de la virgen está envuelta por la cabeza de la pija, los testículos quedan a los costados de la capa. Le queda, entonces, una especie de virgen-pija, una marca que lo acompañará por el resto de su vida, ya de por sí pródiga en mutilaciones”
* Fragmento de “Un tatuaje, una puñalada”, una de las crónicas de Nuestro Vietnam.
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