Lunes, 4 de octubre de 2010 | Hoy
CULTURA
“Los partidos comunistas nunca habían propuesto una moralidad alternativa a la burguesa en lo que se refiere a la sexualidad; se limitaron a afirmar que, mientras los burgueses predicaban mucho y hacían poco, los comunistas llevaban a la práctica su moral (...) Cuando en 1971 los militantes del Frente Homosexual de Acción Revolucionaria se presentaron ante el secretario general del Partido Comunista Francés al grito de ‘¡Viva el materialismo histérico!’ (la retórica de los tiempos), éste los invitó a que se fueran de allí y que visitaran a un médico, porque el PCF, él, era sano (...) En materia de politización de lo personal, la homosexualidad era la punta de lanza de la rebelión contra la familia heterosexual normativa. En el fondo, no se tenía por qué insistir demasiado en la identidad homosexual. Y si se hacía, no se aludía en absoluto al actual modelo de integración y asimilación sino, según los propósitos revolucionarios, a la tradición de la antigua homosexualidad dandy, negra e ilegal.”
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