“Los desnudos traen gente. Es su fantasía. Pueden verlos sin comprometerse”, analiza Baroni, que ya ha empleado ese recurso en puestas anteriores, como Cuerpos desnudos. Lo insólito fue cuando el teatro desnudó a la gente, porque el clásico de Lorca tuvo su versión para nudistas. El director recuerda la experiencia. “Fue idea de una pareja que había visto la obra. ¡Se armó tanto revuelo! Recibimos 35 llamadas de teléfono. Vino gente de radios, el teatro se llenó de cámaras. En un momento se armó tanto lío en el hall, tanta gente quería entrar... Algunos periodistas se desnudaron y pasaron.” Cuenta Baroni que la sala, con capacidad para cien personas, se pobló de espectadores de todas las edades. “Había un matrimonio, ella de 85 y él de 82. Para ellos es una filosofía de vida.”

Parece que hay público con ganas de una segunda vuelta. Aclara Baroni que, de momento, continúan nada más que las funciones “normales”, hasta fines de noviembre. La destinada a nudistas tuvo lugar en esta misma época, el año pasado, cuando rondaba el fantasma de la gripe A. “Complicó porque la gente llamaba preguntando si tenía que venir desnuda al teatro”, cuenta Baroni. También recuerda el ruido que generó la propuesta. “Nos llamaron periodistas de México, Londres, París, España. Nos pidieron, incluso, llevarla a Colombia. Pero el elenco es demasiado grande... tendríamos que ir con las chicas y Bernarda y conseguir los desnudos allá.”