“Uno de mis objetivos ha sido no separar lo popular del pensamiento”, se sincera Pinti a modo de balance, antes de largarse a destacar las diferencias entre el sistema educativo de antes –escolástico y duro, pero con algunas herramientas– y el actual, que según él es consiste en una suerte de lobotomía sin bisturí. “Estamos llegando a una etapa en la que cualquiera se manda a hacer cualquier cosa, y es un error –precisa–. A los 7 años yo me di cuenta de que quería ser artista. Pensé: ‘Si para leer tuve que estudiar, con esto va a ser lo mismo’. Andá a decirles eso a tantos que se suben a los escenarios de prepo...” ¿Pinti en contra de los “mediáticos”? “No, estoy en contra de los que se quejan de tener que ensayar tres veces por semana. ¿Te parece mucho, pelotudo? ¡Es lo mínimo! ¿Te duele la piernita? ¡Por que se baila con los pies, inútil!” Un silencio de dos segundos lo distrae del enojo: “Ah... Los gases (sic) del oficio”.