Sáb 15.01.2011
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MUSICA › UN ENCUENTRO EN EL ESTUDIO CON GARCíA Y SPINETTA

Colimba con el hombre del bigote

“Tocar con Charly García fue como hacer mi servicio militar”, cuenta Coleman. “Lo conocí en 1985, el mismo año de la revelación de Fricción, y aparecí en el medio como ‘un guitarrista distinto y blablablá’ y me encontré con él gracias a dos circunstancias bastante... ¿cómo decirlo?: personales. A comienzos de los ’80 ‘sólo existían Spinetta y García’, pero si yo iba a ver a Seru Giran era por David Lebón: Charly no me cerraba. Había algo de él que no me gustaba, y no me acuerdo por qué... pero ¡esas posiciones se toman! (sonríe). García era muy amigo de Gaby, mi novia por entonces, y alguna vez fuimos a comer todos juntos. Tiempo después, yo estaba grabando en los estudios Panda Vida cruel, el disco de Andrés Calamaro, y Charly estaba produciendo ahí mismo Detectives, de Fabi Cantilo: yo trabajaba con Andrés por la tarde y Charly arrancaba por la noche, y un día me preguntó si, en vez de irme, me podía quedar en el estudio, porque tenía que meter unas violas en Detectives. Terminé grabando ‘El monstruo de la laguna’. Todo el mundo la sabía tocar, menos yo: ¡era muy complicada! Charly me escribió en un papel los tonos, lo puse en el piso, levanté la vista... y los dos estaban del otro lado del vidrio. Spinetta y García. Me cayó como algo en la cabeza... (risas). ¡Tenía 22 años! Volví a casa con una sensación de que algo importante había pasado. Mi sesión les encantó a todos; si no, no estaría contando esto ahora.”

El guitarrista sigue recordando: “Al tiempo Charly tuvo aquel incidente donde se le prendió fuego la casa, cuando estaba por hacer ‘Rezo por vos’ con Luis, y, como había lugar en el departamento de Gaby, se vino a vivir con nosotros en la piecita más chica. Poco después se peleó con todos los GIT (Pablo Guyot, Willy Iturri, Alfredo Toth), que eran su banda, y entonces me ofreció formar parte de su nuevo grupo, Las Ligas, porque tenía una gira por comenzar. Así que fui con Fernando Samalea y con Christian Basso, que eran los otros Fricción, pero estaban en Clap. Así que terminé tocando con Charly un año y pico. Y fue una experiencia muy enriquecedora, porque fue la primera vez que toqué profesionalmente en las Grandes Ligas. Con equipos de sonido, con profesionalismo... Ensayábamos en Palladium y en una casaquinta, y la gira terminó siendo muy buena. Verlo trabajar a Charly era como tomar clases: un tipo completamente disciplinado para ensayar... Después, sobre el escenario, hacía lo que quería porque ‘ya estaba’, tenía la estructura para que se bancara todo el delirio. Yo aprendí cómo trabaja el líder de una banda, cómo presta atención a todas las cosas. Algo tremendo. Lo único que me rayaba un poco era tocar ‘Yo no quiero volverme tan loco’, porque me parecía muy hi-ppie, pero bueno... Aprendí mucho de Charly. Es un tipo muy bueno, muy generoso. Tiene cosas incomprensibles, ¿no? pero estando con él aprendés a entenderle las jodas, la inteligencia, su enorme agilidad mental”.

–¿Hubo algún encuentro en estos últimos tiempos?

–Sí. Lo vi cuando recién salía de “la cosa” (se refiere a su rehabilitación). Lo vi medio raro, pero lo vi, lo vi. Estaba ahí adentro (señala los ojos). Le miré los ojos y le encontré el diablito. Y eso me hizo bien. Porque cuando lo vi tocar... ¿dónde está Charly? Y después, cuando lo vi en persona, lo encontré.

–¿Alguna opinión sobre Kill Gil?

–No, yo no escucho música nacional.

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