Sáb 15.01.2011
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MUSICA › LOS COMIENZOS DE SODA STEREO

La vida con aquel trío

–Siempre se dijo que Coleman era el evil twin (“mellizo diabólico”) de Cerati...

–(Se ríe.) A ver: cuando Gustavo y yo empezamos a tocar juntos, a fines de 1982, cuando Soda no había arrancado todavía, no nos hicimos amigos inmediatamente. En realidad, quien me convocó a Soda fue Charly Alberti: ellos buscaban un cuarto integrante –porque les parecía que al sonido del trío le faltaba algo– y estuve varios meses ensayando con ellos, pero Gustavo era como... más grande, más distante. Parecía que estaba en otra, digamos. Charly era tan boludo como yo, porque ambos teníamos la misma edad (19), mientras Gustavo ya había cumplido 22 y era “el jefe” de la sala de ensayo, por decirlo así. Pero cuando, unos meses después, decidí apartarme de Soda porque algo no encajaba, toda la cosa se aflojó, porque Gus me entendió muy bien.

–¿Qué fue lo que entendió?

–Le dije: “Mirá, me parece que estoy de más: ustedes son un trío. No me necesitan”. Y nunca me arrepentí de eso; creo que fue una de las decisiones más honestas que he tomado en mi vida. Cuando yo tocaba con ellos era como un invitado, pero cuando hacíamos mi propio material –Soda hacía siete temas míos– me sentía como un solista... con una banda que me acompañaba. Ellos estaban pegadísimos. Y apenas me fui, con Gustavo terminamos haciéndonos muy amigos. Y llegó Fricción, que fue una idea de Gustavo. Me llamó y me dijo: “Che, todos esos temas tuyos, ¿no tenés ganas de tocarlos?”. Porque hacía rato que él venía tocando los temas del primer disco de Soda, y quería hacer algo distinto, otra cosa... ¡más oscura! ¡Ja, ja, claro...! Sí, al final, ya ves... hay algo de eso, del evil twin. Así que Gustavo participó en el primer disco de Fricción y hasta lo iba a producir, pero por la gira de Nada personal no pudo. Lo produje yo mismo, junto con Mario Breuer: me puse la gorra y me animé.

–Ponerse la gorra fue tarea difícil. Ustedes necesitaban todo un mes sólo para peinarse...

–(Se ríe.) ¡Sí..! Cuando volví de vivir en Los Angeles, Gus me invitó para tocar en la presentación de Siempre es hoy en el Gran Rex... fue un muy lindo reencuentro. Y después, en 2005, le mostré mis nuevos temas, que iban a llegar a Carnaval de fantasmas tiempo después, y me dijo: “Mirá, Richard, yo creo que si no te lo digo de frente, no vas a venir: ¿querés formar parte de Ahí vamos?”. Y ahí fuimos (sonríe). Gustavo nunca dice las cosas: es como que tenés que tocarle el timbre... En este nuevo disco mío, Gus llegó a tocar en un tema. Está buenísimo lo que hizo, y la verdad es que me pone muy contento que haya podido grabar, por suerte. Es muy emocionante para mí. Y la historia va a seguir.

–¿Lo fue a ver?

–Sí, voy.

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