EN EL NORTE DEL PAíS LAS CELEBRACIONES SE ADELANTARON
› Por Karina Micheletto
Cuando llega el carnaval,
no almuerzo ni ceno nada.
Me mantengo con las coplas,
me duermo con las tonadas.
Copla popular del Noroeste
Hace rato que el carnaval llegó al norte del país. Desde el inicio de la primavera, diferentes festividades van templando los ánimos y las cajas en los pueblos de la Quebrada, a modo de anticipo de lo que va a venir. Durante enero y febrero, la fiesta empieza a anunciarse más marcadamente. Ya en vísperas de marzo, según las regiones van apareciendo los jueves del ahijado, de la ahijada, del compadre, de la comadre. El jueves pasado, por ejemplo, en San Antonio de los Cobres se celebró el tradicional topamiento de comadres, estrictamente para mujeres: los maridos, cuentan las participantes, quedaron “amarrados en otra sala de la casa”. Anuncios del desentierro del carnaval, que da inicio a una celebración fuertemente arraigada en el noroeste argentino.
En eso andan en estos días allá por Salta, Jujuy, Tucumán. Cuentan que cuando los feriados no estaban en el calendario, de una manera u otra “se las arreglaban para feriárselos”. La tradición pervive de generación en generación, y entre comparsas, ferias, carpas, albahacas en la oreja izquierda o en la derecha –para indicar el estado civil de quien carnavalea–, la caja y la copla sobresalen como marca identitaria en la Quebrada. Allí este año comenzó una iniciativa que tiene que ver con la recuperación de la memoria: los Encuentros de Copleros, organizados por la salteña Mariana Carrizo, recorren los pueblos rescatando el canto de la copla, y también la sabiduría de los mayores. Incluidos aquellos que, como en el último encuentro realizado en Cafayate, viven en el asilo de ancianos.
Allá fue Carrizo a coplear con doña Inés Olarte, doña Emiliana Suárez, con don Amaicha. De allá se trajo la postal de estos ancianos que guardan entre las mínimas pertenencias de sus pequeños placares su cajita vidalera y su trajecito de fiesta, tesoros que este año descolgaron después de mucho tiempo. Emociona ver las fotos de estas copleras volviendo a cantar, arrugaditas las caras y las manos, bien tensos los cueros de las cajas. “Vamos por cada pueblo porque hay gente mayor que no puede moverse ni siquiera al pueblo de al lado, les cuesta demasiado caminar. Pero cuando se ponen a coplear es como que rejuvenecieran –cuenta Carrizo–. Queremos invitarlos a soltar sus coplas para hacerlos partícipes de estas fiestas alrededor del carnaval, para invitarlos a soltar sus coplas. Tenemos mucho que aprender de ellos.” La experiencia, que continuará durante todo el año por diferentes zonas, fue fotografiada y filmada. A doña Emiliana Suárez se la escucha cantar con voz finita y profunda:
Estaquienmé como cuero,
atenmé como bagual.
¡Encierrenmé todo el año
sueltenmé pa carnaval!!
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