Con sus 72 años a cuestas, Larrea mantiene inalterable el rito de la infancia de escuchar radio el mayor tiempo posible. “A mí me parece que está atractiva la programación de Radio Nacional”, dice, sin vueltas, cuando se le pregunta sobre el estado del medio en la actualidad. “El programa de Carlos Ulanovsky, Reunión cumbre, me salva de la indigencia total que hay en todo el dial los fines de semana. Hay muchas cosas interesantes en FM. Me gusta bastante la Metro, escucho mucho Basta de todo, Metro y medio, Perros de la calle... Son programas que tienen años pero ponen al aire inquietudes y lenguajes nuevos. No estoy muy cerca de la Rock&Pop pero porque tampoco estoy muy cerca del rock. Debe ser por razones generacionales. Y después trato de escuchar todo. Aunque sea para amargarme la vida”, confiesa. ¿Qué es lo que lo amarga, exactamente? “En la radio –señala– siempre hubo algún grado de vulgaridad y frivolidad. Lo que ocurre es que a medida que pasa el tiempo es peor. Es una tendencia universal, pero con las características propias de este país. Somos muy jodidos como sociedad. Están en contra de nosotros, y estamos nosotros, que muchas veces parece que estamos más en contra que los otros. Y la radio se hace eco de eso. Por eso ruego que haya una prolongación de este proceso político, porque si no vamos a dar pasos para atrás nuevamente.”

–Nunca vi tanta libertad como ahora. Se dice cualquier cosa y nadie te va a ir a meter en cana. Nunca escuché las barbaridades que les dijeron a Néstor Kirchner y ahora a la Presidente. Todo el mundo dice lo que quiere. La mentira de algunos sectores de poder es libertinaje. El Gobierno tuvo que desarrollar medios públicos para hacer frente a un discurso y ocupar espacios vacantes. Y eso también es criticado. ¡No te podés defender, tampoco! Pareciera que hay que poner la cara para que la azoten sin defensa posible.