El primer trabajo de Larrea con la voz, cuando pertenecer al mágico mundo de la radio era apenas una quimera, fue en la propaladora de Bragado, ese medio de comunicación y difusión que todavía se puede ver en algún pueblo, ya sea sobre una camioneta o en alguna red vecinal. Como él, otros hombres de radio como Lalo Mir, Fernando Bravo, Antonio Carrizo y Omar Cerasuolo también dieron sus primeros pasos en esos parlantes conectados a un transmisor en el que de adolescentes difundieron las noticias de relevancia en sus pagos. “Era el medio que más a manos teníamos”, rememora Larrea. “Yo iba en ese carrito, con el equipo que funcionaba con un motor a nafta, pensando que estaba en una radio. Ponía los discos que quería, me preocupaba por largar los discos en el momento exacto, que la voz entrase cuando debía, porque si no me agarraba una chinche tremenda. Eran cosas que no tenía por qué hacer, pero las hacía porque para mí era una radio. Era una fantasía extraordinariamente bella. Empecé a perseguir ese sueño para hacerlo realidad. Y por suerte se hizo”, cuenta, entre orgulloso y nostálgico.