LITERATURA
“No extraño en absoluto la actuación”, dispara con una firmeza que no deja lugar a la posibilidad de que alguna vez retorne al ruedo actoral. Y desarrolla sus fundamentos: “¿Cómo voy a extrañar algo que me hacía sufrir? Tiene que ver con un ciclo cumplido. Equivale a una relación afectiva que fue muy buena, en la cual hubo mucha reciprocidad y amor, pero que se terminó. Es una cuestión evolutiva. No lo extraño porque yo misma sentí que había cumplido un ciclo. Y como empecé otro, con el que estoy mucho más contenta, no sólo no extraño lo anterior sino que me felicito de haberlo cambiado: no podría retroceder. No es producto de una crisis temporaria: es producto de un sueño largamente acariciado. Tengo 46 años y hacía 20 que soñaba con largar la actuación para hacer otra cosa. Era una idea que yo elaboraba desde que empecé a actuar. Estaba desarrollándome en un área creativa mientras esperaba tener el valor suficiente y que llegara el momento adecuado para desarrollarme en otra. Había sentido que había llegado a una meseta: no porque no tuviera oportunidades, sino que las que había –y aún hoy me siguen llamando– no me satisfacían plenamente.”
–¿Y cómo percibe el medio a la distancia?
–Sigo sufriendo la actuación a través de Fabián (Vena, su pareja) y de amigos actores. No por la expresividad, sino por la ingratitud del sistema, por la subversión de valores, por la falta de arte y el exceso de efectos.
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