Miércoles, 1 de junio de 2011 | Hoy
MUSICA
Antes de ser Martirio, antes de hacer de los lentes de sol y las peinetas la marca que acompañó a la marca de su voz, María Isabel Quiñones Gutiérrez formó parte a mediados de los ’80 del grupo Veneno, aquel grupo iniciático en la apertura del flamenco liderado por Kiko Veneno y los integrantes de Pata Negra, Raimundo y Rafael Amador. “Fue una música que me cambió la cabeza, me cambió la forma de vivir –recuerda ahora aquella experiencia–. Encontré un filón creativo maravilloso tanto en las letras como en las músicas, que tenían que ver con muchas músicas que nos gustaban, como el pop o el rock, pero también con los cantautores, también con la poesía, también el flamenco. Todo eso cristalizaba de una manera nueva.”
“Kiko es uno de los magníficos autores de letras que tenemos en este país, y sé que en la Argentina es muy querido también –halaga–. Y los Pata Negra son algo único que ha dado el flamenco rock. Precisamente Kiko Veneno acaba de sacar un disco maravilloso, Dice la gente, donde toca mi hijo Raúl, que lleva ya como doce años tocando con él. También estoy ahora mismo escuchando el nuevo disco que ha sacado Raimundo Amador, que es un rock flamenco maravilloso, de una calidad y una sinceridad que para qué le cuento. Y un sonido analógico que se puede masticar, no está todo limpio. Toda esa naturalidad me la enseñaron en gran parte ellos, a dejarme ir, a sacar con absoluta espontaneidad e intuición lo que llevaba dentro. Me nutrí de esa libertad que me dieron, de una cantidad de músicas que me gustan unidas. De la tradición de la copla y lo que tiene que ver con el flamenco, pero también con todo el mundo creativo del comic, el pop el rock. De todo ese conglomerado salió la riqueza que hoy les agradezco.”
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