Después de tanto trabajo que ha llevado reunir a más de 200 compañías provenientes de 40 países distintos, la organización del FITB debe asegurarse de que todo salga como se ha estipulado, controlando hasta al clima. Desde hace cuatro ediciones que el festival contrata –sin hacer mucha propaganda, aunque considerándolo un elemento clave en la organización– a un chamán que, ubicado en la Plaza de Bolívar, prepara su experimento alquímico que –según dice– evita que llueva. El es Jorge Elías, un experto “en la ciencia de la radiestesia”, como él mismo explica. “La tierra tiene puntos energéticos –dice–, yo le pido a un péndulo que me guíe hasta algún punto energético. Camino hasta ese lugar y busco una cantidad de puntos positivos y mediante un efecto sinérgico evito que se expanda esa onda hacia el espacio que obliga a las nubes a unir sus átomos y que es lo que produce la lluvia.” Ubicado dentro de un espacio cercado, el chamán coloca un péndulo debajo de la mesa y sobre ella una piedra, que “atrae la energía del sol y permite que haya comunicación entre la energía de la tierra y la solar”, explica el supuesto estudioso. Antes de empezar el ritual, no olvida la “plegaria al supremo creador” quien, al fin de cuentas, es el que permitirá que el rito dé resultado. “Esto es para mí una especie de esclavitud”, cuenta el chamán. “La idea es que haya buen tiempo durante todo el festival, entonces yo debo quedarme aquí todo el día, de las 7 de la mañana hasta las 7 de la noche.” A pesar de que parezca extraño, los rumores dicen que la magia de Elías nunca ha fallado y otros festivales, como el de Dinamarca, ya han contratado sus servicios. Mientras tanto, consigue tener a raya al cielo de Bogotá, que no cesa de amenazar.