Viernes, 10 de junio de 2011 | Hoy
MUSICA
Seguramente buena parte de las raíces musicales de Chucho Valdés están en Irakere, el fenomenal combo del que fue parte desde su fundación, en 1973, y que representó uno de los momentos más altos de la creatividad musical cubana de las últimas décadas. “Irakere mostró el jazz cubano al mundo –asegura Valdés–. No hace falta que lo diga yo, lo dicen los especialistas del jazz: se puede hablar de un antes y un después de Irakere. La banda marcó un punto de vista diferente para el desarrollo del jazz afrocubano y del jazz en general. Tocaba con altísimo nivel técnico y mostraba una sustancia musical importante, que además era nueva para su época. Teníamos mucho para decir. Por Irakere pasaron músicos fuera de serie, como Paquito D’Rivera, Arturo Sandoval, Carlos Averhoff... Era un dream team.”
–Aún hoy la tradición cubana sigue produciendo buenos músicos...
–Desde el siglo XVII hasta hoy, Cuba desarrolló un proceso muy interesante. La mezcla de nuestras raíces africanas y españolas dio espacio a un criollo muy rítmico. Además, tuvimos la suerte que desde esos tiempos ya músicos cubanos fueran a estudiar a Europa y se graduaran entre los mejores, como el caso de Ernesto Lecuona, en el siglo XIX, e Ignacio Cervantes, músicos que volvieron a la isla con esa escuela. También hubo maestros europeos que eligieron Cuba para vivir y aportaron lo propio. Sobre esa tradición musical, la Revolución abrió muchas escuelas de arte y las clases fueron gratuitas, para todos. Llegaron muchos profesores rusos, alemanes, y eso aumentó mucho más el nivel. Esa es la razón de que sigan apareciendo excelentes músicos cubanos, independientemente de que Cuba es un pueblo muy musical.
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