Cuando Diego Casado Rubio abandonó España, la situación económica en ese país era otra. Pasaron ya cinco años y medio de su arribo a la Argentina. “Ahora me da una profunda tristeza el vapuleo que sufre la gente”, sostiene el director. “Viví con orgullo y mucha sorpresa la iniciativa de la gente de salir a la calle. En un primer momento me desconcertó la masividad, me emocionó. Los españoles estamos acostumbrados a salir a la calle en masa para pedir el fin del terrorismo, para decir ‘basta’ de asesinatos y de muertes sin sentido. La realidad ahora es el abismo del no futuro.” Según él, el motivo de la movilización en España no es la crisis, sino la decepción. “Veo la política de España como una guerra bipartidista en la que lo que importa no es el día a día de la gente. La democracia debería llamarse plutocracia. Y de ahí nace la indignación que comparto.” Recuerda el día en que llegó a su departamento de Buenos Aires la boleta para votar en las elecciones recientes. “La tiré a la basura sin abrirla.” Y concluye: “Como artista, estoy absolutamente fuera del sistema; como joven, que la explotación no es a lo que me quiero someter; y como universitario, que no hay dignidad laboral”.