El trabajo de Daniel Malnatti para CQC consistió en el seguimiento a lo largo de un mes de los movimientos del represor Pascual Guerrieri. Según publicó Página/12 el domingo pasado, Guerrieri violó su prisión domiciliaria para salir libremente a jugar al tenis, aunque él argumentó que se había dirigido a una óptica a reparar un par de anteojos. Sorprendido por el movilero de CQC, Guerrieri se dirigió insólitamente al Regimiento de Patricios, pero el jefe de la unidad militar se comunicó con el juez federal Ariel Lijo negándole alojamiento en el lugar. Guerrieri estuvo preso en el Regimiento de Infantería de Buenos Aires hasta cumplir los setenta años, cuando obtuvo el beneficio de la prisión domiciliaria. Frente a Malnatti articuló la defensa menos pensada: “Ni libre ni preso –dijo–, soy un ciudadano común. Deme el documento suyo, ¿por qué no me respeta?”, balbuceó en un continuado de respuestas forzadas por la parálisis del auto, la colaboración del remisero y el acoso de Malnatti que reproduijo, oportunamente, el método de la interrogación policial, preguntando por cada uno de los muertos que se le imputan. Guerrieri fue un estrecho colaborador de Guillermo Suárez Mason y está preso por dos causas penales por su responsabilidad en los crímenes del terrorismo de Estado: la desaparición de veinte militantes de Montoneros y la privación ilegítima de la libertad y tormentos en otros quince casos.