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Lunes, 10 de abril de 2006

TEATRO › OPINION

Un luchador empecinado

 Por Carlos Pais

“La vida no da nada que no se le dé”, decía Leónidas Barletta y sabía lo que decía. Se pasó dando. Como periodista, como escritor, como hombre de teatro. Fue un luchador. Un empecinado. En 1930 fundó, con Pascual Nacarati, Joaquín Pérez Fernández, José Veneziani, Hugo D’Evieri y Amelia Díaz el Teatro del Pueblo. Hasta su muerte en 1975 dedicó su vida a ese proyecto. En él podemos descubrir errores y defectos pero lo que dejó es imposible de negar. Fue el iniciador del movimiento de teatros independientes. Sin proponérselo. Sólo por la fuerza de sus convicciones y por su necesidad de servicio. Pero no solamente eso le debemos. También el haber tenido olfato para descubrir en Roberto Arlt a un autor. A un grande. Lo incentivó a llevar a escena un capítulo de su novela Los siete locos y así nació El humillado, primera aproximación de Arlt con el teatro. Más tarde Barletta pondría en escena 300 millones. Durante los 45 años que Barletta condujo el Teatro del Pueblo lo tiñó de su impronta. Por eso, durante ese período, hablar del Teatro del Pueblo es hablar de Barletta.

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