CULTURA
Judith Gociol, autora de Un golpe a los libros, participará en el 16º Foro Internacional por el Fomento del Libro y la Lectura. Subraya que la cercanía con los libros y la posibilidad de tener o no tener una biblioteca –el tema de una de las charlas– depende de muchas variables, entre las que enumera la dimensión personal y afectiva; el estímulo y la orientación familiar e institucional, la educación formal y la informal, el compromiso estatal y el comportamiento empresarial.
“Un hecho que no me parece menor es el del precio de los libros. El universo editorial gira hoy en torno de un Núcleo Editorial Comercial (NEC) –como lo llaman en los estudios–, integrado por aquellos sellos con actividad sostenida; en 2010 lo conformaron el 20 por ciento de las editoriales del mercado nacional y son las que publicaron la mitad de los títulos registrados. Los sellos que tienen incidencia real son las tradicionales casas editoras nacionales, ahora compradas por empresas extranjeras. El modelo de economía que gestó la dictadura se plasmó, en el ámbito de la edición, con la actual estructura del mercado lector, cuyas bases se reafirmaron en los ’90. En este panorama, concentrado y transnacionalizado, con novedades que rondan los 70 pesos y muchos títulos que pasan los 100, no es posible tener una biblioteca”, destaca la autora.
Gociol admite que es cierto que los textos no son de los productos más caros, ni aún en la propia oferta cultural. En ese sentido, destaca que “otra de las secuelas del horror fue la importancia relativa que la sociedad le da al libro. Nunca terminó de recuperarse una valoración genuina, que vaya más allá de visitar una vez por año la Feria del Libro; un gesto efectivo que priorice la lectura de una obra por sobre otras formas de consumo –plantea–. Si de lo que se trata es de propiciar la cercanía, los libros deberían poder llevarse de a varios, sin titubear. Sólo una búsqueda errática y personal garantiza la formación de un lector. No es posible construir una biblioteca si se tiene un solo tiro para dar en el blanco. Habría que poder comprar una novedad del mismo modo, alegre y despreocupado, con el que se recorre una mesa de saldos. La concentración editorial concentró también los contenidos. Son los pequeños emprendimientos los que hacen apuestas de riesgo y aseguran diversidad y calidad; los que salvan el honor y honran la labor libresca. Pero siguen sin ser quienes cortan el bacalao.”
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