Domingo, 16 de abril de 2006 | Hoy
CINE
Confirmando que todo cinéfilo anda siempre en busca de una quimera inalcanzable (la de ver de una vez aquella película mítica, la de ver después la próxima), a los argentinos Alfredo Slavutzky y Carlos Oscar García su documental Cinéfilos a la intemperie les llevó tanto tiempo como a Welles su Don Quijote: 15 años. La diferencia es que Slavutzky y García lograron terminarla. Catálogo y radiografía del cinéfilo filmado en una época en la que sólo unos pocos recurrían a la palabra “cinéfilo” (fines de los ’80), algunos de los que se confiesan son Roberto Pagés, Sergio Wolf, Jorge García, Adolfo Aristarain y ese maestro secreto llamado Rodrigo Tarruella, dueño de iluminaciones con fogonazos. Entre mañas, manías, conjeturas y certezas, la cinefilia como política, como escape y como forma del freakismo. Y todo a la intemperie.
(Hoy a las 21.30 en el Hoyts 7.)
Los cortos Playback (1970) y Acció Santos (1973) y el largo Vampir Cuadecuc (1970), del catalán Pere Portabella, la revelación de esta octava edición del Bafici, son tres films experimentales, realizados en la clandestinidad, en los que significativamente no se escucha una sola palabra en castellano, idioma oficial del franquismo, que había llegado al extremo de prohibir el catalán. En Vampir, Portabella vampiriza literalmente a Drácula: le chupa todo el color y la sangre propias de la estética kitsch de la Hammer y devuelve a cambio unas imágenes verdaderamente espectrales, fantasmagóricas, que parecen revivir el espíritu perturbador de Nosferatu y la fotogenia del mejor cine mudo.
(A las 21.15 en el Malba.)
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