Como tantos otros artistas, Roth no tiene inconvenientes en explicitar su apoyo al proyecto de país que se inauguró en 2003 con la gestión kirchnerista. Como hay quienes vinculan el compromiso artístico al hecho de trabajar en proyectos promovidos o financiados directa o indirectamente por el Estado, la actriz se defiende brindando datos concretos: “En estos momentos estoy ganando mucho menos de lo que habitualmente me pagan en canales privados. Y eso es importante que se sepa. Hay muchos proyectos en movimiento financiados por el Estado, en los cuales se cuenta con un presupuesto acotado. Este año hice una película que salió con un crédito del Incaa (Matrimonio, con Darío Grandinetti, dirigida por Carlos Jaureguialzo) y gané infinitamente menos de lo que cobro cuando trabajo con financiación privada. Obviamente, si a esa película le va bien, se distribuye internacionalmente, tal vez tenga mi parte proporcional a las ganancias. Porque uno se asocia con el proyecto. Pero lo hice únicamente porque me encantó la historia, no por dinero ni porque estaba el Incaa. Lo mismo con El pacto”, aclara la actriz. “Lo que sí puedo decir –agrega– es que gracias al apoyo y promoción estatal al cine y a la TV mucha gente que no trabajaba ahora lo está haciendo. Y claro que esa gente ahora gana dinero que antes no ganaba, porque no trabajaba. Eso me parece genial.”

Roth destaca que los artistas –en general– tienen una sensibilidad que los “particulariza”. Y señala: “Cuando uno ve que el otro está mal, es una cagada porque uno lo sufre. El de los artistas es un compromiso que trasciende lo ideológico, tiene que ver con lo humano. No puedo estar bien mientras los demás están mal. Me sorprende que alguien puede pensar y publicar que uno está cerca de un proyecto político o de lo que fuera por una contraprestación económica. Y me asusta que, encima, se piense así desde las más altas esferas académicas”.